Autoestima
30/5/2025
4
min

Autocrítica: por qué somos tan duros con nosotros mismos y cómo dejar de serlo

¿Te tratarías como tratas a tu peor enemigo?

Piénsalo un segundo. Si tu mejor amigo te dijera: “La he cagado en el trabajo”, ¿le responderías: “Eres un fracaso total, no haces nada bien”? Probablemente no. Pero eso es justo lo que muchas veces nos decimos a nosotros mismos.

Ser autocríticos es algo que todos hacemos. Forma parte del pack del ser humano. Nos juzgamos, nos señalamos errores y a veces nos empujamos a mejorar. El problema comienza cuando esa crítica se vuelve constante, cruel y destructiva

Cuando en vez de ayudarnos a crecer, nos frena, nos duele y nos hace sentir que no somos suficientes.

La autocrítica: ¿enemiga o amiga?

La autocrítica no siempre es mala. En su versión más sana, es esa parte de ti que te ayuda a mejorar, a reflexionar sobre lo que has hecho mal y a hacerlo mejor la próxima vez. Pero cuando se convierte en una voz implacable, perfeccionista y sin compasión, puede hacer mucho daño.

Imagina tener una persona a tu lado que te sigue todo el día diciéndote cosas como: “No sirves para esto”, “Todo lo haces mal”, “No te lo mereces”. Es agotador, ¿verdad? 

Ahora piensa que esa persona vive en tu cabeza. Esa es la autocrítica descontrolada.

¿De dónde viene esta voz tan tóxica?

No nacemos autocríticos. Aprendemos a serlo. Y aquí es donde entra en juego nuestra historia personal.

  • Infancia exigente: si has crecido en un entorno donde solo se valoraban lo que salía bien o donde los errores eran castigados, es muy probable que hayas interiorizado que fallar = no ser suficiente.
  • Cultura del rendimiento: vivimos en una sociedad que aplaude a quien hace más, consigue más, brilla más. No hay espacio para la duda, la pausa o el error.
  • Redes sociales: están llenas de vidas aparentemente perfectas. Compararte todo el tiempo con filtros y éxitos ajenos te hace sentir como si fueras la única persona que no lo está consiguiendo.
  • Miedo al rechazo: a veces, criticarnos antes de que lo hagan otros parece una forma de protegernos del juicio externo. Pero el precio que pagamos es muy alto.

¿Y si ya me he acostumbrado a hablarme así?

Puede que ni te des cuenta. La autocrítica es tan automática que muchas veces pasa desapercibida. Pero hay señales claras de que tu crítico interno está al mando de la situación:

  • Te cuesta aceptar cumplidos.
  • Te castigas mentalmente por los errores más pequeños.
  • Nunca estás satisfecho con lo que haces.
  • Te cuesta celebrar tus logros (si es que los reconoces).
  • Te comparas constantemente y sales perdiendo.

Esta voz no solo afecta cómo te sientes contigo, también impacta en tus decisiones. Puedes dejar de intentar cosas nuevas por miedo a fallar. O exigir tanto de ti mismo que termines agotado y frustrado.

¿Qué efectos tiene la autocrítica en nuestra estabilidad mental?

Spoiler: muchos. Y ninguno bueno.

Cuando te hablas mal todo el tiempo, tu cuerpo lo nota. Tu mente también. Empiezas a vivir en un estado de tensión constante, como si todo el tiempo estuvieras en peligro de “hacerlo mal”.

Esto puede derivar en:

  • Ansiedad crónica
  • Depresión o desánimo constante
  • Problemas para dormir
  • Autoestima baja o inexistente
  • Relaciones poco sanas con los demás (porque te cuesta confiar, delegar o aceptar ayuda)

Estudios han demostrado que las personas con altos niveles de autocrítica tienen más probabilidades de experimentar síntomas de ansiedad, burnout y sentimientos de fracaso. Y lo peor: muchas veces creen que “así tiene que ser”.

Lo que nadie te dice: hablarte bien no es romantizar todo

Quizá en tu cabeza aparece un pensamiento del tipo: “Si dejo de exigirme tanto, me volveré flojo”. Pero no es verdad. Las investigaciones en psicología demuestran lo contrario: las personas que se tratan con compasión tienen más motivación, más perseverancia y se recuperan mejor del fracaso.

¿Y qué es exactamente la autocompasión?

No es sentir pena de ti. Es hablarte con la misma amabilidad con la que hablarías a alguien a quien quieres. Es validar lo que sientes, sin machacarte. Es entender que no estás solo, que fallar es parte de ser humano, y que no necesitas ser perfecto para merecer respeto.

Cómo empezar a cambiar la voz interior (sin volverte Mr. Wonderful)

Transformar tu crítico interno no es cuestión de magia ni de repetir frases bonitas frente al espejo. Es un trabajo diario y realista, con herramientas que puedes empezar a aplicar hoy:

1. Ponle cara a tu voz crítica

Identifica cuándo aparece. ¿Qué te dice? ¿Qué tono tiene? ¿A quién se parece? Dale una forma, incluso un nombre si quieres. Esto te ayudará a reconocerla cuando se active.

2. Contrarresta con una voz más amable

No se trata de negar lo que pasa, sino de equilibrar el mensaje. Si tu voz crítica dice: “Esto ha sido un desastre”, tú puedes responder: “Ha sido muy difícil, pero lo he hecho lo mejor que he podido con lo que tenía”.

3. Escribe desde el cariño

Crea un diario donde puedas registrar tus logros, incluso los pequeños. Apunta momentos en los que fuiste valiente, amable, paciente. Date cuenta de que no todo es negativo.

4. Cambia el “tengo que” por el “me gustaría”

En lugar de decir “tengo que hacerlo perfecto”, prueba con “me gustaría hacerlo bien, y si me equivoco, aprenderé”.

5. Busca apoyo si lo necesitas

La autocrítica extrema puede estar muy arraigada. Si te cuesta mucho salir de ese bucle, hablar con un psicólogo especializado puede marcar la diferencia. 

Hay terapias específicas, como la Terapia Centrada en la Compasión o la Terapia Cognitivo-Conductual, que ayudan a desmontar esa voz interna tan dura.

Dos historias que te pueden sonar

Lucía, 29 años, era una máquina de logros: carrera, máster, idiomas… Pero vivía agotada, con una voz interna que siempre decía “no es suficiente”. En terapia entendió que esa exigencia venía de años intentando ganarse el amor a través del rendimiento. Aprendió a escucharse, a frenar y a celebrar sus pasos. Hoy dice que se sigue esforzando, pero ya no desde el miedo.

Marcos, 41, fue despedido de su empresa después de 15 años. Se culpó durante meses, sintiéndose inútil. Su autocrítica era tan fuerte que no podía ni pensar en buscar nuevas opciones. Empezó terapia y, poco a poco, entendió que su valor no dependía de un puesto. Hoy tiene un pequeño negocio y una voz interior mucho más humana.

En resumen, no es que tengas que vivir en un estado de autoayuda constante, ni de pensar que todo va a salir bien siempre. 

Se trata de equilibrio. De darte el permiso de ser imperfecto, de equivocarte, de aprender. Y de tratarte con respeto mientras lo haces.

La autocrítica no desaparece de un día para otro. Pero cada vez que eliges hablarte con un poco más de amabilidad, estás construyendo una nueva forma de estar contigo. Más sana, más real, más libre.

Puedes contar con un psicólogo online en Therapyside para seguir profundizando en tus emociones, priorizarte y cuidar tu bienestar psicológico. Si este artículo te ha ayudado a comprender mejor este tema, ¡esperamos que te sientas más empoderado para vivir una vida sin limitaciones!

[.test-button]Encuentra tu psicólogo[.test-button]