Quiet quitting: no es falta de compromiso, es falta de razones para comprometerse
El quiet quitting es un término que se ha vuelto muy popular últimamente y se refiere a cuando una persona en su trabajo hace solo lo mínimo necesario. No es que haya dejado el empleo, sino que ya no se siente motivada para hacer más. Esto no significa que sean perezosos o que no les importe el trabajo, sino que muchas veces es una señal de que algo no está funcionando bien en la empresa o en la forma en que se trabaja.
En este artículo explicaremos qué es el quiet quitting, por qué ocurre, cómo detectarlo en tu equipo y qué pueden hacer los líderes para evitarlo o revertirlo. También veremos cómo convertir esta situación en una oportunidad para mejorar el ambiente laboral y aumentar el compromiso real de las personas.

Qué es el quiet quitting (y por qué deberías prestarle atención)
El quiet quitting no significa que alguien deje su trabajo. Significa que decide no hacer más de lo estrictamente necesario. No busca ascensos, no participa en iniciativas extra, y deja de sentir que su trabajo forma parte de su identidad.
Es una forma de desvinculación silenciosa que muchas veces pasa desapercibida, pero que puede tener un gran impacto en la cultura organizacional, la productividad y el bienestar colectivo si no se aborda a tiempo.
Y lo más importante: es un fenómeno cada vez más común.
Características clave
- Cumplimiento justo del horario.
- Desvinculación emocional con la empresa.
- Baja participación voluntaria.
- Poco interés por crecer dentro de la organización.
- Evitación de tareas fuera del rol.
Causas psicológicas del quiet quitting
Desde la psicología organizacional, hay varios factores que explican el quiet quitting:
1. Falta de motivación intrínseca
Las personas necesitan encontrar un propósito en lo que hacen. Si su trabajo se vuelve rutinario, despersonalizado o carece de sentido, es probable que se desconecten emocionalmente.
- No encontrar sentido en el trabajo.
- Tareas repetitivas o desconectadas del "para qué".
- Falta de visión o impacto en el rol.
- Falta de autonomía en la tarea.
2. Sensación de injusticia
Las personas reaccionamos de forma muy negativa ante lo que consideramos una injusticia. Si un trabajador percibe favoritismos, recompensas desiguales o decisiones poco transparentes, su nivel de compromiso cae.
- Reconocimiento desigual.
- Promociones poco claras.
- Falta de meritocracia.
- Diferencias entre el discurso y las acciones.
3. Límites personales tras la pandemia
La crisis sanitaria obligó a muchas personas a reevaluar sus prioridades. Hoy, proteger la salud mental se valora especialmente.
- Fatiga mental.
- Revalorización del tiempo personal.
- Necesidad de límites más claros.
- Necesidad de conectar con algo humano.
4. Liderazgos ineficaces
Un jefe que no escucha, no motiva o no acompaña puede generar desmotivación incluso en los trabajadores más implicados.
- Jefaturas poco empáticas.
- Estilos de dirección autoritarios o indiferentes.
- Falta de feedback o reconocimiento.
- Liderazgos centrados en el control más que en la inspiración.
Cómo identificar el quiet quitting en tu equipo
A diferencia de otros problemas, el quiet quitting no siempre es visible de inmediato. Pero hay señales claras que pueden alertarte:
- Participación baja en reuniones o proyectos opcionales.
- Ausencia de propuestas o ideas.
- Reducción de la comunicación proactiva.
- Cumplimiento exacto del horario (ni un minuto más).
- Uso más estricto del derecho a la desconexión digital.
- Evitar asumir nuevos retos o responsabilidades.
- Actitud distante o despersonalizada en reuniones.
- Reacciones automáticas o evasivas frente a cambios o desafíos.
Cuanto antes se detecte, más fácil será actuar con estrategias preventivas. La clave está en observar no solo el rendimiento, sino el vínculo emocional con el trabajo.
Qué no es el quiet quitting
Importante: este fenómeno ha sido muy malinterpretado. No confundas quiet quitting con:
- Pereza o vagancia: no es no querer trabajar, es no querer ir más allá de lo estrictamente necesario.
- Deslealtad: muchas personas que hacen quiet quitting siguen comprometidas con la calidad de su trabajo.
- Problema generacional: aunque se hable de Gen Z, también lo practican generaciones mayores.
- Falta de productividad: cumplir con el rol no es hacer menos, es hacer justo lo acordado.
Hablar de quiet quitting desde el juicio sólo perpetúa una cultura desconectada. La clave está en entenderlo y responder con empatía y acción. No es un problema que se resuelva con más presión, sino con más propósito.

Estrategias desde el liderazgo para revertir el quiet quitting
Un liderazgo inteligente puede revertir esta desconexión. ¿Cómo? Aquí algunas acciones clave:
1. Escucha activa
Las personas necesitan sentirse escuchadas, no evaluadas constantemente.
- Reuniones uno a uno centradas en el bienestar.
- Encuestas internas anónimas.
- Canales de comunicación bidireccional.
- Espacios de confianza para hablar sin miedo.
2. Feedback constructivo
No basta con decir “todo bien” o corregir errores. Es vital ofrecer retroalimentación honesta, frecuente y con foco en el desarrollo.
- Reforzar lo positivo, no solo corregir.
- Valorar el esfuerzo, no solo los resultados.
- Usar el feedback como herramienta de crecimiento.
- Celebrar los pequeños logros con autenticidad.
3. Rediseño de roles con sentido
Una tarea vacía de significado es una tarea propensa al desapego.
- Vincular las tareas con un impacto claro.
- Co-crear objetivos individuales y de equipo.
- Ajustar responsabilidades a las fortalezas del equipo.
- Permitir que cada rol evolucione con la persona.
4. Promover el equilibrio vida-trabajo
Las personas comprometidas también descansan. Y lo hacen sin culpa.
- Flexibilidad real.
- Políticas de salud mental claras.
- Jornadas que respeten el descanso y la desconexión.
- Cultura que valore el descanso como parte del rendimiento.
¿Puede una buena cultura organizacional evitar el quiet quitting?
La cultura organizacional actúa como una red de seguridad colectiva. Si es sólida, previene la desconexión. Si es tóxica o indiferente, la alimenta.
Claves de una cultura saludable:
- Valores compartidos, no solo enunciados.
- Espacios para hablar de sentimientos.
- Reconocimiento transversal, no jerárquico.
- Sentido de pertenencia real.
- Políticas coherentes con el discurso cultural.
- Narrativas que conecten a todos con una visión compartida.
Una cultura que cuida inspira confianza. Y la confianza es la base del compromiso genuino. Cuando una persona siente que pertenece a un lugar donde puede ser ella misma, el compromiso no se exige: nace.
Cómo convertir el quiet quitting en una oportunidad
Sí, se puede aprender mucho del quiet quitting. Sirve para:
- Detectar fallos estructurales: roles poco claros, líderes sobrecargados, falta de comunicación.
- Innovar en motivación: incorporar propósito, autonomía, retos adaptados.
- Humanizar la empresa: dejar de tratar al trabajador como un "recurso" y verlo como una persona.
- Revisar procesos: simplificar, automatizar o rediseñar tareas que generan frustración innecesaria.
- Crear entornos donde el trabajo vuelva a tener sentido: más allá de los KPIs y objetivos numéricos.
Transformar esta señal de alarma en un plan de acción es lo que diferencia a una organización reactiva de una proactiva. Escuchar lo que no se dice en voz alta es una habilidad organizacional clave para el futuro.
El quiet quitting no es el enemigo. Es una señal de que algo necesita cambiar. Las empresas que escuchen y se adapten tendrán trabajadores comprometidos de verdad. No por miedo, sino por convicción.
El reto no es castigar al que hace lo mínimo, sino motivar desde el liderazgo a dar lo mejor. La diferencia está en ofrecer razones reales para querer formar parte.
Y tú, ¿estás liderando desde el ejemplo o desde la exigencia? ¿Estás creando las condiciones para que las personas se queden, no por obligación, sino porque realmente lo desean?
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